viernes, 29 de agosto de 2008

El insufrible enano usurpador y sus comerciales... insufribles también

"Sufrir" es la misma palabra que yo usaría para aquello de lo que se queja Epigmenio Ibarra en el siguiente texto:

EL BESAMANOS MEDIÁTICO DE CALDERÓN

El PAN en el poder no deja de sorprendernos; siempre resulta capaz de superar –y con creces- las trapacerías del antiguo régimen. Palidecen, ante la desmesura de Vicente Fox y Felipe Calderón, los excesos imperiales de los más eximios caudillos de ese oscuro y largísimo periodo de nuestra historia cuando la revolución institucionalizada fue gobierno y ¡ay de aquél! que se les atravesara en el camino. El inquilino de Los Pinos, como su antecesor y factotum, no deja de recordarnos con sus actos que vivimos en los tiempos del “haiga sido como haiga sido”.

Desdichado país el nuestro que se libera de unos truhanes de antología para caer en manos de otros peores. Triste favor, pues, el que a México le hicieron los promotores del “voto útil”, esos que ayudaron a Fox a sacar al PRI de Los Pinos sólo para que este y su sucesor nos hundieran en el abismo en el que hoy estamos.

Tienen razón Beatriz Paredes y sus correligionarios al festejar por anticipado la muy probable restauración. Ellos, los priistas, que saben medrar entre los escombros, que ya escuchan el clamor histérico de aquellos que dicen y cito textualmente que prefieren “a los corruptos que a los pendejos”, se preparan para hacerse cargo de estas ruinas en las que vivimos y en las que Fox, Calderón y los suyos nos han dejado.

Pero hablábamos de cómo superan los panistas los viejos excesos de los tlatoanis del priismo y para muestra basta un botón. Liberados nos sentíamos los mexicanos de ese absurdo y anacrónico ritual republicano del informe presidencial; de ese indigno espectáculo del besamanos de la clase política y los poderes fácticos rindiendo pleitesía al mandatario en turno, cuando de pronto Felipe Calderón lo revive multiplicado, en un nuevo e insufrible formato y en cadena nacional.

Ya no son hoy unos cuantos los obligados a escucharle, bajar la testa, batir palmas, mover con ellas el legendario aplausometro y fingir interés ante la retahíla interminable de cifras, autoelogios y arrebatos melodramáticos. No, eso ya no es suficiente. “Haiga sido como haiga sido” hoy nos toca a millones sufrir de nuevo ese ritual disfrazado, pues se requiere una coartada para tal tamaño de desvergüenza, como un inédito y democrático proceso de rendición de cuentas. Democracia, claro, sólo de arriba para abajo porque no me imagino a nadie que interpele a Calderón en la misma tribuna. ¿O sí, Sr. Mouriño?

Sin pedir permiso Calderón, en la pantalla de la televisión, su hábitat natural, se nos cuela en la casa para contarnos de ese país que existe sólo en su cabeza. Resentido porque diputados y senadores rijosos le han quitado la tribuna en el congreso, Calderón se sirve en la televisión, todas las noches de esta semana, con la cuchara grande, con la más grande hay que decirlo, pues la cadena nacional se inserta en los horarios con más aparatos encendidos de la jornada y en medio de los programas de más alto rating.

Menuda rabia ha de ser la de los concesionarios que pierden así los espacios más valiosos de comercialización. Menuda la factura política que habrán de pasarle a Los Pinos y que acabaremos pagando todos.

Nadie, insisto, ni siquiera Luis Echeverría en el colmo de la exaltación tercermundista, o López Portillo, con sus desplantes melodramáticos, o Salinas de Gortari y su legendaria y aun inagotable megalomanía, se habían atrevido a tanto; habían puesto tanto en riesgo.

No se trata sólo de una cadena nacional de radio y televisión el día del informe. Tampoco de una multimillonaria campaña publicitaria de esas que ponen al país entero en estado de alerta. Menos de una despiadada invasión de entrevistas pactadas en todos los medios. No, qué va. Se trata de todo eso y más.

¿Y quién autorizó y a cuánto ascienden los recursos del erario público que se emplean en esta, la más vasta ofensiva publicitaria oficial de la historia de México? ¿Y las limitaciones que la ley impone a la presencia propagandística de los gobernantes en los medios? ¿Y el riesgo de tal sometimiento ante el poder mediático? ¿Qué es eso? ¿De qué estamos hablando? Se trata del informe. No hay que escatimar. El Sr. Calderón quiere ser visto por millones de mexicanos.

Venga pues la campaña publicitaria, cuyos miles de impactos saturan la radio y todos los canales de la televisión abierta y la de paga. Y venga más. Se trata, al fin y al cabo, de “vivir mejor” y para eso nada mejor que un buen espejo, de esos de feria, donde verse grande y majestuoso.

Si el congreso no se abre que se abran pues, en los horarios estelares de la televisión y por larguísimos 8 minutos diarios, durante toda una semana ( a eso, insisto, nadie se había atrevido) las pantallas de más de 19 millones de telehogares en toda la república mexicana. Qué despropósito. Qué desmesura. Y luego hay quien se espanta porque este país parece una olla de presión a punto de estallar.

¿Larguísimos 8 minutos diarios? Aquí no estoy de acuerdo en el calificativo. "ETERNOS" me parece mejor descripción.

Una razón más para apoyar a la izquierda libre en el 2008.

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