sábado, 20 de septiembre de 2008

WAL-MART: lo barato sale caro (¡¡lean, esclavos, lean!!)


Marta Lamas, Proceso

Wal-Mart es la cadena comercial más grande del mundo. En México empieza la fusión entre Wal-Mart y Cifra en 1991 con SAM´S Club, y una década después, en 2000, surge Wal-Mart México, que tiene 702 unidades distribuidas en 64 ciudades y que es la compañía con más empleados en el país. La Suprema Corte de Justicia acaba de asestarle un golpe, al resolver que es ilegal la manera en que Wal-Mart obligaba a sus empleados a canjear sus vales únicamente en sus tiendas, en un modelo similar a la porfiriana tienda de raya (El Universal, 7 de septiembre). Ojalá y además alguien le pusiera límites al círculo vicioso que produce la presión que este gigante aplica sobre sus proveedores, pues tiene consecuencias negativas sobre toda la sociedad.

Para ofrecer los precios más bajos en el mercado, Wal-Mart exige que el costo que le fijan sus productores baje año con año. Con ventas de millones de productos, Wal-Mart puede darse el lujo de ganarle sólo unos centavos a cada uno de ellos y aún así tener ganancias superlativas. De esta forma, Wal-Mart exprime a los fabricantes, forzándolos muchas veces a cerrar sus plantas en Estados Unidos y obligándolos a maquilar sus artículos en otros países, donde pagan salarios de hambre y los trabajadores no tienen seguridad social ni beneficios. Esta manera abusiva de bajar precios tiene un costo altísimo en las pequeñas y medianas empresas, en los trabajadores y, a la larga, en todas las personas. En México, el Frente Nacional contra Wal-Mart, A.C. ha planteado que con la apertura de cada tienda desaparecen 200 comercios pequeños y medianos en el área.

Además de sus márgenes de utilidad a costa de los productores, la política empresarial de Wal-Mart discrimina a las mujeres. En Estados Unidos, la mayor demanda de discriminación en función del sexo en la historia es contra Wal-Mart. Unas trabajadoras denunciaron que se les pagaba menos que a los hombres por el mismo trabajo, con rangos que iban de un 5% a un 15% menos por el mismo puesto, con el mismo nombramiento. Así mismo, cerca de 70% de los empleados de las 3 mil 400 tiendas en Estados Unidos son mujeres, pero menos de 15% de éstas llegan a ser managers. Ellas argumentaban que el proceso de selección para los puestos altos de administración no era abierto, sino que dependía de una decisión subjetiva a cargo de los managers hombres. Sus testimonios fueron contundentes y mostraron la práctica de negarles el puesto de supervisora "porque no pueden cargar un costal de comida de perro de 50 libras". Igualmente, relataron las represalias que sufrían si se quejaban o protestaban.

El juez consideró que había evidencia sobre el hecho de que las mujeres ganaban menos que los hombres haciendo el mismo trabajo, que la brecha salarial entre ambos aumentaba con el tiempo, que las mujeres tardaban más para ascender a posiciones de management y que había menos de ellas en los niveles directivos de la organización. El legajo del caso llegó a tener un millón 250 mil fojas, con 200 testimonios juramentados.

Lo trascendente de esta demanda es que se trata de un class action suit, o sea una demanda que no toma aislado cada caso, sino que los unifica por su clase: acciones colectivas (figura que lamentablemente no existe en México). Los abogados de Wal-Mart trataron de que el juez tomara por separado las demandas de las empleadas, con el argumento de que cada tienda opera con gran autonomía, casi como negocio independiente. Sin embargo, después de estudiar cuidadosamente la evidencia a lo largo de nueve meses, el juez decidió que las tiendas eran idénticas en estructura y responsabilidades laborales, que había una cultura común que unía a la compañía y que existía una política laboral general.
Ante ese fallo, los abogados de Wal-Mart apelaron, ¡y perdieron!
En febrero del año pasado, la Corte de Apelaciones del Noveno Circuito afirmó que sí se trata de un class action suit. Los abogados de Wal-Mart utilizaron otro recurso legal, y pidieron una revisión de la apelación, y en diciembre del año pasado se confirmó la orden de certificación del class action suit. La class action incluye a todas las mujeres que trabajaban en las 3 mil 400 tiendas de Wal-Mart: un millón 600 mil empleadas. Ante la publicidad negativa que esta batalla legal le está generando, Wal-Mart anunció una nueva clasificación de los trabajos y una estructura salarial distinta.

En México, unas ONG ya investigan las condiciones de trabajo de los trabajadores y trabajadoras de Wal-Mart. Mientras tanto, tratan de develar el paraíso fiscal en que se desenvuelve esta tienda (por la disparidad entre los datos de sus utilidades y los de los impuestos que paga). En paralelo, un grupo de especialistas del derecho intenta que en nuestro país se establezca la figura jurídica del class action suit. Y aunque las grandes transnacionales y los monopolios nacionales se oponen, como era de esperarse, la propuesta comienza a tomar vuelo. También empieza a conocerse el boicot que en México está cundiendo en contra de Wal-Mart. Véase por donde se vea, esta compañía representa las peores prácticas empresariales. Ya lo dice la sabiduría popular: lo barato sale caro.

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